José Manuel Balmaceda; Presidente de Chile entre 1886 y 1891.
Inició su gobierno con un ambicioso plan de obras públicas y con el ideal político de unir a los liberales en un solo gran partido. Pero pronto inició un enfrentamiento con el congreso por la pugna entre presidencialismo y parlamentarismo, que se transformó en una Guerra Civil en 1891, tras aprobar Balmaceda el presupuesto de la nación sin la firma del Congreso. Derrotadas sus fuerzas en las Batallas de Concón y Placilla, se suicidó el 19 de septiembre de 1891 en la legación argentina.
Inició su gobierno con un ambicioso plan de obras públicas y con el ideal político de unir a los liberales en un solo gran partido. Pero pronto inició un enfrentamiento con el congreso por la pugna entre presidencialismo y parlamentarismo, que se transformó en una Guerra Civil en 1891, tras aprobar Balmaceda el presupuesto de la nación sin la firma del Congreso. Derrotadas sus fuerzas en las Batallas de Concón y Placilla, se suicidó el 19 de septiembre de 1891 en la legación argentina.
Programa político
Los principales postulados de Balmaceda al iniciar su gobierno eran:
-Desarrollo económico del país, mediante un grandioso plan de obras publicas, que incluyen ferrocarriles, escuelas, alcantarillados, caminos, hospitales, cárceles, etc.
-Terminar con el monopolio del salitre, convirtiendo esta riqueza pasajera en riqueza estable (según su plan, dotando al país de obras y educándolo).
-Armonía entre la iglesia y el gobierno, terminando con las luchas teológicas.
-Unir al liberalismo en una sola gran familia.
En su discurso presidencial del 1 de junio de 1887, el presidente Balmaceda planteó derechamente la unidad de los liberales, por lo que se creó un nuevo ministerio con liberales disidentes, quienes reclamaban dos ministerios, a pesar de su pobre representación parlamentaria. Así el ministerio quedó formado por dos liberales, dos liberales disidentes y dos nacionales.
El conflicto con el congreso
El conflicto con el congreso
La crisis política protagonizada por la ruptura con los nacionales deja al gobierno con una mayoría cada vez más débil en la cámara de diputados, mientras que algunos liberales de gobierno se escapan del redil para sumarse a los disidentes o a los nacionales (liberales mocetones). Es entonces cuando Balmaceda llama a los radicales para formar parte del gobierno.
Y este soplido llegó cuando los nacionales, radicales, disidentes y mocetones, cansados de la “versatilidad del presidente”, formaron un grupo político que Balmaceda llamó despectivamente el “cuadrilátero“. Esta nueva fuerza tenía un poder casi equiparable al cada vez más débil partido liberal de gobierno, por lo que Balmaceda tuvo que ceder y formar un ministerio con el “cuadrilátero”, cuyo paso sería muy breve, por la lucha entre el “cuadrilátero” y el candidato de Balmaceda para su sucesión, Enrique Sanfuentes
El programa del “cuadrilátero” se resume en: Libertad electoral, independencia de los partidos respecto al ejecutivo y la implementación de un sistema parlamentario de gobierno.
Balmaceda se armó para la batalla contra la oposición, que deseaba despojar al presidente de sus facultades.
El 30 de mayo se reformo el gabinete, nombrándose a Sanfuentes ministro del interior, cuestión que enardeció a la oposición parlamentaria, quienes echaron mano del aplazamiento de la discusión de la Ley de Presupuestos de 1891, para provocar el cambio de los ministerios por otro de corte parlamentario.
Los parlamentarios esperan acusar constitucionalmente al gabinete de Sanfuentes, puesto que en tal situación, la constitución establecía que el presidente no podía modificar el ministerio y después de seis meses podía encontrarse incluso inhabilitado para gobernar.
Ante tal presión, el presidente preparo un plan con sus ministros y militares cercanos, para disolver el congreso e instalar la dictadura. El golpe de estado se evito con la intervención del arzobispo Mariano Casanova, quien logro un acuerdo entre gobierno y oposición para aprobar la ley de contribuciones, con la condición de nombrar en su gabinete de carácter parlamentario.
Este fue el ministerio de Belisario Prats, que no tenia integración militar y significo una última tregua entre los poderes en pugna, pero fue disuelto por el problema de las futuras elecciones presidenciales y las insoslayables diferencias entre el presidente y su ministro del interior. En octubre de 1890 nombro un gabinete de carácter presidencial, con Claudio Vicuña como ministro del interior. Para evitar la acusación constitucional, Balmaceda clausuro las sesiones extraordinarias del congreso, a pesar de que no se habían aprobado las leyes de presupuesto.
Por otra parte, los niveles de odio político se acrecentaban, y se podía observar a través de la prensa. Además de las acusaciones de tirano que le hacían a Balmaceda, también atacaban su persona, se decía que tenia un “mezquino espíritu de venganza”, de lanzar contra la sociedad una banda de asesinos infames, reclutados “en los arrabales y en las cárceles”. Se le acusaba de tener apariencias delicadas y facciones de mujerzuela, cuestionándose además su salud mental.
El presidente Balmaceda también atacaba a los “judíos y revolucionarios”, que habían osado levantarse contra él.
Ambas partes se negaron a ceder, por lo que al llegar el año 1891, Balmaceda estableció por decreto la prórroga de los presupuestos del año anterior (1 de enero). Esto condujo a la crisis institucional, el Congreso Nacional declaró al Presidente fuera de la ley, a lo que Balmaceda respondió instaurando la dictadura, asumiendo todo el poder publico necesario para la administración y gobierno del estado y el mantenimiento del orden interior.
Apoyándose en la Armada, liderada por el capitán de navío Jorge Montt Álvarez, y parte del ejército, el Congreso se trasladó a Iquique y desde allí dirigió la guerra contra el Presidente, quien era apoyado por parte del Ejército.
Apoyándose en la Armada, liderada por el capitán de navío Jorge Montt Álvarez, y parte del ejército, el Congreso se trasladó a Iquique y desde allí dirigió la guerra contra el Presidente, quien era apoyado por parte del Ejército.
El presidente hizo público el siguiente decreto:
Teniendo presente:
Que el congreso no ha despachado oportunamente la ley de presupuestos para le presente año;Que no es posible, que mientras se promulga dicha ley, suspender lo servicios públicos y la seguridad exterior de la república, decreto:Mientras se dicta la ley de presupuestos para el presente año de 1891, regirán los que fueron aprobados para el año 1890 por la ley del 31 de diciembre de 1889
Balmaceda se salía de la constitución al traspasar sus facultades. Paralelamente los congresistas rebeldes lanzan un manifiesto que dice:
1º Que el Presidente de la República, don José Manuel Balmaceda, está absolutamente
imposibilitado para continuar en el ejercicio de su cargo, y, en consecuencia, que cesa en él desde este día.
2º Que están igualmente imposibilitados para reemplazarlo en ese cargo sus Ministros del Despacho y los consejeros de Estado que han sido sus cómplices en los atentados contra el orden constitucional.Y, en consecuencia, designamos a don Jorge Montt para que coadyuve a la acción del Congreso, a fin de restablecer el imperio de la Constitución.Santiago, a 1º de Enero de 1891.
El 6 de enero se sublevó la escuadra, que trasportaba a los principales líderes de la revolución, mas no se les plegó el ejército, por lo que el conflicto Presidente-Congreso devino en guerra civil.
Ésta, en sus inicios, ni siquiera parecía existir, la escuadra no desembarcaba en ningún sitio y se le tituló “la revolución ambulante”. pero pronto cambiarían las cosas, pues la escuadra se dirigió al norte, donde difícilmente podrán ser atacados por el ejército regular y manejarían las riquezas del salitre. Por los combates de la aduana de Iquique y Pozo Almonte, los revolucionarios dominaron el norte, instaurándose una junta de gobierno, presidida por Jorge Montt, e integrada por Waldo Silva y Ramón Barros Luco.
Ésta, en sus inicios, ni siquiera parecía existir, la escuadra no desembarcaba en ningún sitio y se le tituló “la revolución ambulante”. pero pronto cambiarían las cosas, pues la escuadra se dirigió al norte, donde difícilmente podrán ser atacados por el ejército regular y manejarían las riquezas del salitre. Por los combates de la aduana de Iquique y Pozo Almonte, los revolucionarios dominaron el norte, instaurándose una junta de gobierno, presidida por Jorge Montt, e integrada por Waldo Silva y Ramón Barros Luco.
El gobierno envió al norte a las torpederas “Lynch” y “Condell”, que hundieron el “Blanco Encalada”.
Mientras en Santiago funcionaba el “Comité Revolucionario”, liderado por Carlos Walker Martínez, quien tenía por objetivo coordinar acciones contra el gobierno de Balmaceda en la capital. Este comité tendría que hacerle frente a la amenaza que representaba el ministro Domingo Godoy.
Efectivamente, Balmaceda prácticamente delegó todas sus facultades sobre él, y éste las utilizó cual dictador, procediendo a saqueos, torturas y fusilamientos, todo a sabiendas de Balmaceda que pretendía ocultarse esa realidad. Tanto llegaba la crueldad de Godoy que hacía firmar a los torturados un libro de boletas, para registrar que fueron azotados.
Los enemigos de Godoy dentro del gobierno (que eran muchos) lograron la destitución de éste, al mismo tiempo que se convocaban elecciones parlamentarias y presidenciales, donde solamente fueron electos cercanos al mandatario. Como presidente electo se eligió a Claudio Vicuña.
Ya caído Godoy, se desarrolló uno de los excesos más desdeñables de la guerra civil. El 20 de agosto un grupo de jóvenes opositores a Balmaceda se reunieron en el fundo de Lo Cañas perteneciente al senador conservador Carlos Walker Martínez, esperando instrucciones del comité, cuando fueron rodeados por el ejército. Después de un simulacro de juicio, todo fueron ejecutados previa tortura, llegando algunos a no poder caminar hasta el patíbulo. La masacre fue ordenada por el Coronel Orozimbo Barbosa. Este hecho fue un golpe directo a la moral de los partidarios de Balmaceda y aún hoy se conserva una ya derruida cruz en la intersección de las Avenidas Walker Martínez y Tobalaba, en la comuna de La Florida. Este episodio es recordado como "Masacre de Lo Cañas".
Los revolucionarios preparaban su ejército, improvisado con marineros y trabajadores del salitre, entrenados por el alemán Emilio Koerner, que los adiestraba según las nuevas técnicas prusianas.
Los rebeldes desembarcaron entre los puertos de Valparaíso y Quintero, dirigiéndose a Concón, donde presentaron batalla ante el ejército gobiernista, triunfando los primeros. Esta victoria se ratificó con el Combate de Placilla, en la parte alta de Valparaíso que marcó el final de las esperanzas de Balmaceda y el triunfo de la revolución.
Balmaceda delegó el mando en el General Manuel Baquedano, para que mantuviera el orden en Santiago por las posibles reacciones a la victoria revolucionaria. Envió a su familia a la embajada de los Estados Unidos, mientras él hacía lo propio en la legación Argentina.
Baquedano no supo o no pudo sobreponerse a los incidentes del día después: los vencedores saqueaban e incendiaban las casas de los derrotados. Muchos de los balmacedistas tuvieron que esconderse y exiliarse.
Baquedano no supo o no pudo sobreponerse a los incidentes del día después: los vencedores saqueaban e incendiaban las casas de los derrotados. Muchos de los balmacedistas tuvieron que esconderse y exiliarse.
Después de tres días de mandato, el general confirió el poder al comité revolucionario y se retiró a su domicilio.
Mientras, Balmaceda en la legación argentina no deseaba informarse de los acontecimientos; sólo días después empezó a leer los primeros diarios, que lanzaban feroces ataques en su contra. Pensó en entregarse a la junta, pero consideró que le harían indecibles vejaciones para después fusilarlo.
Decidió, pues, tomar el único camino que le permitiría salvarse de indignidades que como hombre no podía aceptar: El suicidio.
Así, además, cargaría con su sacrificio las culpas de sus familiares y amigos (pensaba), y su lucha sería amplificada por el efecto de su acto. Entre sus amigos estimados estaba José Arrieta y fue por eso que por algún tiempo el cuerpo del presidente permaneció en la tumba familiar de José Arrieta.
Balmaceda se suicidaría al concluir su periodo constitucional, que terminaba el 18 de septiembre de 1891. Ese día escribe cartas a sus familiares y amigos. Su letra es tranquila, sólo se rompe en la carta dirigida a su madre. Deja sobre la mesa también su llamado “testamento político"...